
Abrí la ventana y vi que alguien me comprendía, era la enfurecida naturaleza que rompió a llorar conmigo, esquivando las preguntas de la gente sobre qué me pasaba salí a la calle, a sentirme libre, a sentirme abrazada, a sentir sus lágrimas junto a las mías, a sentirme pequeña, a sentirme bien.