11 nov 2012

Miston

Unos ojos de gato alumbran la noche, miran hacía el horizonte infinito, hacía aquella baja Luna que se refleja en sus ojos. Aquel gato pensativo era origen de muchos sentimientos. Permanecía lejano ante lo que observaba, pero lo observaba detenidamente, sin perder ningún detalle.

Escuchaba a la luna cantar junto al viento, sabía perfectamente que la Luna lo quería, noche tras noche justos estaban, él maullaba y maullaba a la Luna, obteniendo respuesta, claro, pues esta tan borde no era. Ella le dijo que lo quería, le mostró todas sus dotes, lo hermoso que era ser un hermoso gato como él, con pelaje oscuro, le enseñó a quererse y le dijo que lo quería. El bajo autoestima del gato hizo que se enamore de ese cariño que le tenía la Luna, le hizo sentir único y amado.

Y a pesar de la distancia estaba seguro del amor que sentía, lo único que quería era capturar aquella Luna, estar junto a ella y nunca dejar de escuchar sus preciosas palabras.

Pero una noche el gato observó más allá de la Luna, observó a su alrededor y montones de gatos maullaban junto a él a la misma e inmensa Luna. Y escucho cada palabra que ella decía, siempre con la misma cantinela, siempre con las mismas palabras, a todos los gatos les gustaba escucharla... él dejó de visitar a la Luna, dejó de maullarle, ya no se sentía especial, ni querido, por mucho que ella realmente lo quisiera. Empezó a visitarla noche sí noche no, hasta que un día dejó de maullar, aunque todavía continua observándola  pues no lo puede evitar.

4 nov 2012

El ser sin llanto.


Una noche oscura, iluminada por la Luna, viajó desde un lejano planeta un llanto. Cada día se crean infinitos llantos en ese planeta, cada uno llega con la misión de incorporarse a un recién nacido. Esa es la causa de que todos nazcamos llorando, son los llantos en otros planetas creados.

Todos nacemos con con ese llanto, y este se queda con nosotros hasta el fin de nuestros días, cada vez que un marinero viene y nos hace un nudo en el cuello recordamos aquel día, necesitamos llorar para liberarnos, queremos usar de nuevo nuestro obsequio como ese día que nos sentimos libres al salir de su barriga.

Pero una noche lluviosa, bajo la oscuridad de la hermosa luna un niño nació y no fue gratamente obsequiado. Su correspondido llanto nunca llegó, y los médicos no sabían a que se enfrentaban  le hicieron pruebas y análisis, sin resultado... Tenía buenos reflejos, pero nunca había llorado.

Y este niño creció, aprendió a ver la vida, aprendió a andar, a observar sin lágrimas en los ojos, una de las historias más tristes vivió, pero nunca llegó a llorar, sufrió de amor, amistad, hambre, salud, pobreza... Pero siempre caminaba sonriente, cabizalto, firme y sereno. La persona extrañamente más agradecida de no haber sido obsequiada.