Y a pesar de la distancia estaba seguro del amor que sentía, lo único que quería era capturar aquella Luna, estar junto a ella y nunca dejar de escuchar sus preciosas palabras.
Pero una noche el gato observó más allá de la Luna, observó a su alrededor y montones de gatos maullaban junto a él a la misma e inmensa Luna. Y escucho cada palabra que ella decía, siempre con la misma cantinela, siempre con las mismas palabras, a todos los gatos les gustaba escucharla... él dejó de visitar a la Luna, dejó de maullarle, ya no se sentía especial, ni querido, por mucho que ella realmente lo quisiera. Empezó a visitarla noche sí noche no, hasta que un día dejó de maullar, aunque todavía continua observándola pues no lo puede evitar.