16 abr 2015

Efecto mariposa

''El simple aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.''

Una vez estuve yo colgada de tus entrañas mientras tú sentías mariposas, es increíble como yo volaba por el mundo y tú notabas que ahí estaba al mando. Cada vez que una mariposa más regalaba a tu estómago, parecía que escapabas más lejos, parecía que mirabas desde ahí afuera, llevándome contigo para poder hacerte más regalos... para que cada día revoloteen esas mariposas. Para que cada día yo tire de tus entrañas y tú sientas esas cosquillas que te sanaban el alma.

A veces te echo de menos, tener en quien refugiarme; a veces me echo de menos, saber que estoy en alguien.
Todo ha cambiado, ahora ya no conjugamos los verbos en primera persona del plural, más que nada porque a ti te gustaba echarme en cara las terceras personas. 
Nunca entendiste que no había un yo sin ti, que sucedió inmediatamente después de él, que nosotros no habríamos existido sin ellos, por lo que ahora tú ya no eres, porque ahora vosotros sois más felices.

E incluso cuando te convertiste en una tercera persona y seguías buscando entre tus recuerdos mi presencia, sentía tus revoloteos, no sé muy bien cómo siempre sabía cuando ibas a volver, y por desgracia siempre caía, te volvía a regalar mis mariposas, por desgracia y hambre la mía, que vivía en plena penuria.

Ahí el ciclo continuaba, volvían las terceras personas y yo arraigada tanto a tus ricas entrañas me cortaba las manos por ladrona de corazones, me soltaba y caía hasta lo más profundo de mi ser. Por suerte dejé de tener hambre, y cuando volviste la última vez no quise comer. Mis mariposas ahora vuelan fuera de tus estómago y, aunque quizás a veces las veas pasar y las recuerdes, ya no vuelven ni volverán.