Como siempre
una taza de té rojo, tres cucharadas de azúcar y una tostada con mantequilla.
Desayunando sola, mirando por la ventana, esperando a que algo distinto pase a
que ese pajarito que canta llamando a sus padres crezca y pueda alimentarse
solito, o que aquella mariposa vuelva a ser un gusano o quizás que el árbol de
hoja perenne seque sus hojas, esperaba algo raro, diferente. Pero nada pasaba,
cada mañana deseaba sin éxito una novedad.
Y con
ese deseo se despertó el día siguiente, una taza de té rojo, tres cucharadas de
azúcar, una tostada con mantequilla y a observar la máxima normalidad desde la
ventana, nada nuevo ocurría. Pero algo se acercó, fue un recuerdo, la misma
ventana, el mismo té, la misma cantidad de azúcar, la misma tostada con mantequilla
unos años atrás, una infancia acompañada de una imaginación llena de energía.
Sorprendentemente por la ventana se observaba una mariposa que en gusano se
convertía a punto de ser cazado por un pequeño gorrión que acababa de aprender
a volar desde su nido situado en un pino con las hojas secas. Una maravillosa
ventana, la misma ventana vista con los mismos ojos, pero que algo había cambiado
en ellos, ya no tenía imaginación, su infancia se fue… pero todavía quedaba en
ella algo de esos ojos de niña pequeña. Y pudo volver a usar esas gafas, esa
vista, pudo seguir imaginando aunque no era tan natural como antes, se debía
esforzar un poco más, sus desayunos se volvieron a llenar de maravillas y
misterios.
//Squeeze my hand.//
No hay comentarios:
Publicar un comentario