1 dic 2012

Una de rocas

Aquella noche solitaria, un 30 de Noviembre, bajo la Luna llena pensaba una personita en cada persona de este mundo, y no cabía en su mente tanta gente que este mundo aloja, tantas personas, animales, plantas... tantos seres vivos, tantas rocas, tantas cosas.

Y al fin y al cabo todos somos eso, rocas que caen, ruedan y permanecen en esta vida. Muchas de esas rocas acaban chocando con otras, y otras, en esa colisión algunas crean tanto que llegan a crear fuego, parece un conjuro, magia lo que crean puede durar poco ese fuego, pero que haya sido creado nunca se olvidará. Otras... al chocar, las más débiles, se rompen, se destrozan y nunca más podrán llegar a ser las mismas de antes, seguirán pequeñas y más frágiles para siempre. Pero todavía tienen esperanza, todavía hay solución, ¿acaso alguien sabe lo que podría llegar a pasar? Quién sabe si de esas pequeñas piezas destrozadas, junto a otras también destrozadas no se crea un hermoso mármol  y es que todos podemos revivir incluso las muertas rocas. El problema... es que siempre se cruzan diamantes en nuestra vida, tan bellos, tan hermosos, tan brillantes y a la vez tan difíciles de que colisionen contigo, difícil que una piedra como aquella llegue a crear fuego contigo... pero posible, todo es posible.
Y es que lo más mágico de todo esto es que todos podemos transformarnos y llegar a ser un diamante para alguien.

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