2 jul 2014

Tentaciones

Es la tentación de vivir, de cambiar el destino, de no seguir con lo mismo. Tanto tienta lo desconocido  que si la tinta por esta pluma no cayese para escribir tendría cualquier otro vicio. Probablemente mis pulmones estarían llenos de humo, y mi mente flotante en el noveno paraíso, que ya flota mucho, que ya delira, miedo me daría con otras sustancias químicas, yo con mis ocho infiernos ya soy eterna.

Ocho infiernos, uno en cada tentáculo, así es como la tentación se acerca, bien aferrada a sus ventosas que te impiden alcanzar las tentaciones con facilidad. ¡Que no, que no nos rendimos! dime que no puedo hacerlo y lo haré mejor que el resto. Pero estas son imposibles de soltar una vez alcanzadas. Como si ahora la de las ventosas fuese yo. Y es que a veces lo soy, convirtiendo mi tentación algo en común entre tú y yo (efectos secundarios del amor).

Y si pudiese contener la tentación, si pudiese contener las ganas de apretar el gatillo contra mi nudillo, que es mi corazón, que ha dado tantas vueltas que se ha enredado en sí. Si pudiese contener mis ganas de quemarlo todo y expandir mis ocho infiernos al resto, me contendría, crearía de mis tentaciones virtudes, e incluso aficiones. Pero no, valiente aquella que dijo que no a la serpiente, al pulpo o a lo que fuera.

Deja pasar la tentación, como decía la canción, déjala pasar que su paseo es agradable, es bella andante, pero no la dejes posarse en ti, que te destrozará y ella no te dejará.

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